Liverpool y lo que aprendí trabajando en Zara
Usando la autoconciencia y la persuasión para autosugestionarme a través de un autoengaño, cambié la creencia de que esa persona me había tratado mal, por la de que buscaba motivarme por mi bien y que le merecía agradecimiento.
Sustituí toda la rabia y las malas sensaciones que se estaban gestando en mí por comprensión y cariño. En aquel momento tenía claro que el cielo y el infierno están aquí en la tierra, y yo decidía vivir en el cielo.